Escrito ayer a las 19:30 horas
Tras casi tres frenéticos días en Holanda me encuentro ya en el aeropuerto de Schiphol (Amsterdam), de vuelta a Madrid.
He venido en son de paz, siguiendo la llamada del IICD que quería conocerme personalmente para ver si me ponía a currar con ellos. Y me parece que el que más ha aprendido de esta visita soy yo.
Lo que era en principio, inocentemente, una entrevista personal rutinaria para comprobar en persona lo que se había charlado por teléfono, se ha convertido en una estancia muy intensa en entrevistas (hasta cuatro) con un final apoteósico: un test de personalidad y aptitudes para el trabajo (incluyendo un análisis facial ante preguntas!).
Somos inocentes (al menos yo lo soy mucho). El IICD tiene una trayectoria internacional que, aunque no conozca demasiado, lo destaca como uno de los agentes de desarrollo que trabaja las TIC en países en desarrollo. Colabora con gigantes (o cocacolas, como prefiráis) como el InfoDev. Es decir, que tiene recursos. Para todo. Este proceso ha sido un despliegue de recursos económicos y de agenda. Y yo pensando que sería una entrevista o dos, simplemente...
Pensándolo bien, es relativamente normal que el proceso haya sido así. Buscan a una persona que asuma responsabilidades y que tenga cierta capacidad de liderazgo. Porque la función a la que aspiro (lo dejamos en presente, quien sabe) requiere tener la capacidad de guiar a los socios locales, aconsejarles y ayudarles para que sean capaces de realizar lo que se planteen. El IICD no ejecuta directamente ningún proyecto, sino que ofrece recursos económicos y conocimientos para que los proyectos realizados por los organismos locales, en cada país, se lleven a cabo de la mejor manera posible.
Mis sensaciones han ido variando según iban pasando las entrevistas. En la primera, me descolocaron desde el principio con una actitud desafiante a la que tuve que torear con capote y espada. Después las entrevistas han sido más tranquilas, más amables, en las que he ido descubriendo el enfoque que utiliza el IICD en sus proyectos. No disponen, por ejemplo, de sedes locales en los países porque así, dicen ellos, promueven la apropiación de las acciones que llevan a cabo. No me gustó por ejemplo, la manera en la que me enteré de que la entrevista se hacía en Hilversum (a tomar por el cacas de La Haya): de casualidad, porque alguien comentó un "Creo que deberías preguntar si el test es aqui...".
Ahora, que todo ha pasado y vuelvo a casa, mis sentimientos se encuentran aún más enfrentados que antes: me sigue apeteciendo el formar parte del IICD pero el hecho de torear tu primer toro en Las Ventas, acojona un poco. Un pequeño brazo en el que agarrarme sería suficiente. O eso creo...