Empecé impuntual, pero es lo que tienen las buenas citas. Cocinamos un poco, lo justo diría, para disfrutar de lo que comimos sin perder mucho el tiempo. Bebimos cerveza de Graz, incluso estuvimos en una fiesta en un monasterio en el que las viejas de 80 años en silla de rueda tenían vasos de litro.
Luego cenamos. Y charlamos. Sobre los chavales de tiempo libre, sobre las costumbres de cada uno, sobre las Ms de las caMpañas publicitarias...(si es que soy sota, caballo, rey!). Y al final nos pusimos cómodos en el sofá. Escuchamos música y seguimos conociéndonos, presentándonos el uno al otro, y haciendo el bobo yo, que contigo me sale bastante bien.
Después nos fuimos al cuarto y cerramos la puerta.
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